Roberto Assagioli: Equilibrio y sínthesis de los opuestos.

10.10.2013 15:18

Una función importante de la meditación es alcanzar el conocimiento de los diversos "pares de opuestos" que existen en nosotros, de los problemas que este hecho representa y de las técnicas  para lograr su equilibrio. Los "pares de opuestos" son las grandes dualidades entre las cuales tenemos tendencia a oscilar  al  responder  primero  a  una  y  luego  a  la  otra,  por  ejemplo,  espíritu-materia,   alegría-tristeza,   amor-odio.   

Su   reconocimiento   y   equilibrio   para aprender a permanecer serenos entre esos opuestos es una parte fundamental de   nuestra   integración  y perfeccionamiento   psíquico   y   espiritual,   y   en consecuencia es este un punto práctico y vital al que conviene dedicar toda la atención y esfuerzo necesarios.

El equilibrio de los opuestos permite alcanzar una justa armonía; el encuentro de este punto de equilibrio es lo que se llama en las enseñanzas de Buda "el paso del Noble Camino Medio". Debemos darnos cuenta de que lo que importa no es elegir el  camino intermedio como un arreglo cómodo, sino encontrar el  más elevado punto de la adecuada tensión que utiliza cada uno de los dos polos de manera constructiva.

La polaridad es un hecho universal. Desde el preciso momento en que la manifestación cósmica  comienza a desplegarse, nace la dualidad. La primera dualidad fundamental se da entre lo manifiesto y lo inmanifiesto. En el proceso de manifestación la polaridad fundamental es la de espíritu y materia. Toda polaridad es interrelación entre dos elementos, y como tal nunca es absoluta, sino relativa a un par de opuestos determinados. Así un mismo elemento puede ser positivo en su relación con un "polo" dado y negativo en su relación con otro.

En el mundo físico, la polaridad más generalmente conocida es la que existe en electricidad entre los polos positivos y negativos. Esta polaridad es la base de la constitución  de  la  materia,  pues,  como  es  bien  sabido,  cada  átomo  está compuesto de cargas de electricidad (protones) diferenciadas dentro de núcleos positivos (sin considerar la complejidad de las diversas particular más pequeñas que  lo  constituyen,  recientemente  descubiertas)  y  un  número  variable  de electrones negativos.

En los tres reinos de la vida orgánica (vegetal, animal y humana) una de las polaridades  más importantes y generales es la sexual. El polo positivo está representado por el elemento masculino, el negativo por el femenino. Lo cual no significa que solo uno sea activo y el otro pasivo. Los dos son activos, pero de un modo diferente: el elemento  masculino es dinámico y positivo, mientras que el elemento femenino es receptivo y "gestador".

Este tipo de polaridad se extiende mucho más allá de la interrelación hombre- mujer para abarcar innumerables manifestaciones de la vida. Los chinos han puesto especial y profundo énfasis en este hecho pues consideran estos dos principios como la base tanto de la evolución cósmica como de todos y cada uno de  los  aspectos  de  la  vida  humana.  Ellos  llaman  Yang  al aspecto creativo, simbolizado por el padre y el Cielo, y Yin al aspecto receptivo, simbolizado por la madre y la Tierra. El bien del hombre depende, según esta filosofía, del acuerdo armonioso entre el hombre y la evolución cíclica del Universo, entretejida por las innumerables relaciones y reciprocas acciones que se dan entre  Yang y Yin. Varias obras chinos versan sobre este tema; uno de los más interesantes es  I Ching o El Libro de las Transformaciones.

Dentro  de  los  organismos  vivos,  como  el  cuerpo  humano,  hay  muchas polaridades;  una  de  las  más  importantes  es la que existe entre el sistema nervioso  simpático  y  parasimpático:  el  primero  estimula  el  catabolismo  y  el segundo la asimilación o anabolismo. Otras polaridades son las de las distintas glándulas endocrinas.

En el campo de las emociones y sentimientos encontramos dualidades que son familiares    a    todos: placer-dolor;    excitación-depresión;    confianza-temor; atracción-repulsión; amor-odio.

En el plano mental existe la polaridad entre la actividad de la mente concreta y el trabajo de síntesis de la inteligencia superior; entre el proceso inductivo (de lo particular a lo general) y el proceso deductivo (de lo general a lo particular). La personalidad  humana  en  su  totalidad  tiene  también  diversas  polaridades fundamentales  ampliamente  investigadas  por  la  psicología  moderna.  Las polaridades  psicológicas  más  importantes  son:  impulso-inhibición;  sumisión-afirmación de sí; sentimiento-razón; extroversión-introversión.

La  dualidad  fundamental  en  el  plano  espiritual  es  la  que  existe  entre  la personalidad y el Yo, polaridad que es causa de muchos conflictos internos, hasta que se llega a una interrelación armoniosa, y una cada vez mayor fusión o unificación (psicosíntesis).

Nuestras relaciones con nuestros semejantes crean incontables polaridades. No solo la que se da, entre hombre y mujer e individuo y grupo, sino también entre juventud y vejez, capital y trabajo, y, en un nivel más amplio todavía, entre tipos nórdicos y meridionales, entre occidentales y orientales, etc.

Cada una de las múltiples polaridades nos enfrenta    con  el  problema  de  su acción reciproca y equilibrio. Solo nos es posible presentar aquí el siguiente breve  examen  de  los  principios  y  métodos  generales  para  equilibrar  polos opuestos  con  el  objeto  de  resolver  "tensiones  polares",  pero  bastará  para señalar tanto los objetivos como la índole del trabajo que debemos encarar.

1. Fusión de los polos, lo que implica, la neutralización de sus cargas y energías.

2. Creación de un ser nuevo, de una nueva realidad.

3.  Ajuste  de  los  polos  opuestos  por  medio  de  un  "centro  intermediario"  o principio más elevado que ambos. Se puede lograr esta acción reguladora de dos maneras:

a)  Disminuyendo la amplitud de las oscilaciones entre los dos extremos, hasta  que  casi  desaparezcan  por  momentos,  induciendo  así  una neutralizaci6n  más  o  menos  completa  ("el  justo  término  medio").  Un ejemplo, de gran interés actual, es la oscilación entre autoridad excesiva y libertad  incontrolada  en  el  ámbito  educacional  y  la  búsqueda  de  una actitud equilibrada.

b)  Dirigiendo  consciente  y  sabiamente  las  alternaciones  para  que  el resultado   sea   armonioso   y   constructivo,   y   de   acuerdo   con   las alternaciones  cíclicas  de  las  condiciones  individuales  y  generales, humanas y cósmicas

4. Síntesis producida por un elemento o principio más elevado que transforma, sublima y reabsorbe los dos polos en una realidad superior.

Los  diferentes  tipos  de  polaridad  requieren  las  correspondientes  soluciones adecuadas. Pero el hombre frecuentemente tiene la libertad - y por consiguiente la responsabilidad - de elegir entre un método de equilibrio y otro. Sin embargo, se debe señalar que las soluciones adecuadas no son siempre tan claras como podría parecer por la enumeración anterior. A veces pueden superponerse o combinarse de diferentes maneras.

El  equilibrio  de  cualidades  opuestas  en  el  campo  de  las  emociones  y sentimientos  requiere  la  intervención  de  un  principio  regulador  superior  de naturaleza mental o espiritual. La primera tarea es impedir que las emociones nos anonaden y nos priven de la razón y la voluntad. La mejor manera de lograrlo  es  no  identificarse  con  ellas,  mantener  el  "Yo",  el  centro  de  la conciencia,  en  un  plano  superior  a  las  emociones,  para  que  sea  posible analizarlas, evaluarlas y gobernarlas sabiamente.

Conviene dejar bien sentado que "gobernar" no  significa "suprimir", y que de ningún modo el objetivo propuesto es llegar a un estado de insensibilidad o aridez.  Consideremos,  por  ejemplo,  la  polaridad  fundamental,  placer-dolor. Mientras seamos esclavos de esta dualidad, buscando siempre ansiosamente el placer y evitando  temerosos el dolor, nunca encontraremos paz, o verdadera satisfacción. Por otra parte, una inhibición forzada o impasibilidad artificial, no constituye ciertamente una solución satisfactoria, a la cual solo se puede llegar por una clara percepción que nos permita comprender las causas, la naturaleza y las funciones tanto del placer como del dolor. Esta percepción trae aparejado el reconocimiento de que al aceptar el placer sin ansiar apegarnos a él, y al aceptar el dolor, cuando es él ine vitable, sin temor y sin rebelarnos, se pueden obtener provechosas lecciones tanto del placer como del dolor, y "destilar la esencia" que ambos contienen. Por lo demás, se puede elevar gradualmente la calidad y nivel de estos "opuestas", se avanza por grados de los placeres físicos a las alegrías del sentimiento y de la mente, experimentando finalmente alegría espiritual.  De  la  misma  manera,  recorremos  el  camino  que  conduce  del sufrimiento   físico   a   las   perturbaciones   emocionales,   a   los   desórdenes intelectuales; y luego a la compasión por el sufrimiento de otros, de la raza humana  en  general  y  de  toda  la  creación.  De  todas  estas  experiencias  se recogen frutos de sabiduría y se aprende a mantener el centro de la conciencia cada  vez   más  estabilizado  a  un  nivel   que  se  halla  por  encima  de  las alternaciones del placer y del dolor personal. Finalmente podemos adquirir la habilidad de identificarnos con la Vida Universal, con el Ser Supraindividual, con el Ser Supremo, que trasciende todos los "opuestos" en bendición inefable.

Si examinamos más de cerca las polaridades específicas del campo emocional, podremos distinguir claramente dos tipos de solución. Una que se realiza en el mismo nivel, se la podría llamar "el camino intermedio" del acuerdo, en el que ambos polos se confunden. La otra solución se presenta en un nivel superior y es, a su vez, de dos clases:

1.   Sabio control y utilización de las dos fuerzas opuestas;

2.   La fusión de ambas en una síntesis más elevada.

Un curioso libro de magia que  -  además  de  su tema especifico   - contiene material psicológico interesante, explica cómo utilizar hábilmente las fuerzas opuestas:     "Para     equilibrar     las fuerzas es     necesario     mantenerlas simultáneamente   y   emplearlas   alternadamente. Cuanto más   apacible   y sosegada sea una persona, su cólera será tanto más efectiva; cuanto más fuerte sea, tanto  más  se  apreciará  su  mansedumbre...  cuanto  más indiferente se muestre, tanto más fácil le será conseguir que otros lo amen." (Ritual de magia superior, de Eliphas Levy, capitulo VIII)

Por supuesto, el uso correcto y constructivo de este método presupone motivos razonables y pureza de intenciones.

El  segundo  método,  de  síntesis,  que  en  cierto  sentido  es  análogo  a  una combinación química,  reabsorbe  los  dos  elementos  en  una  unidad  superior dotada de cualidades diferentes a las que caracteriza a cualquiera de ellos por separado.   La   diferencia   entre   las   soluciones logradas   por   medio   de componendas  y  las  que  se  obtienen  a  través  de  síntesis,  se observarán fácilmente utilizando un diagrama triangular.

A continuación damos unos pocos ejemplos:

 

 

Los diversos equilibrios, ajustes y síntesis vienen precedidos en muchos casos por  crisis  y  conflictos  intensos.  A  veces  se  Ilega  a  ellos  de  un  modo  más armonioso y gradual. Una clara comprensión de estos procesos de psicosíntesis permite alcanzar el equilibrio   más fácil y rápidamente. El requisito esencial, como se ha dicho previamente, es evitar identificarse uno mismo con cualquiera de los dos polos opuestos y controlar, transmutar y dirigir sus energías desde un centro más alto de conocimiento (conciencia) y poder.

Otra  manera  de  considerar  la  síntesis  de  las  cualidades  es  recordando  el símbolo de la pirámide. En la cúspide existe la  unidad, y desde ella descienden líneas divergentes, y ya en el plano físico y concretamente en el nivel humano es donde prevalece el máximo de diversidad, razón por la cual en dicho nivel son frecuentes los conflictos, la incomprensión y las discrepancias.

Un ejemplo que aclara muchos problemas es el siguiente: desde los tiempos de Platón se considera que las tres energías o cualidades espirituales principales son: Verdad, Belleza y Bondad. En la cúspide de la pirámide se unen en perfecta síntesis, pero en la humanidad con frecuencia están muy separadas, y sí bien este hecho es evidente, no siempre lo reconocemos así. Puede haber genuina belleza  sin  verdad  y  sin  ninguna  bondad;  puede  existir  verdad  puramente científica sin belleza y sin ninguna bondad; y lamentablemente pueden existir expresiones de verdadera bondad que son a veces muy tontas. Dicho sea de paso, esto explica la independencia del arte respecto de la moral, tema que ha sido  y  es  todavía  objeto  de  tan  apasionados  debates.  En  la  cúspide  de  la pirámide se logra la armonía y la síntesis, pero en los niveles inferiores existen discrepancias y con frecuencia conflicto.

Otra polaridad de gran importancia es la que existe entre "mente" y "corazón", razón   y sentimiento. Esta   dualidad   se   regula   en   primer   lugar   por   la determinación y fijación de las respectivas funciones y del legítimo campo de acción de cada una, de modo que ninguna de ellas domine a la otra. Puede lograrse  este  equilibrio  por  una  mutua  y  cada  vez  mayor cooperación  e interpenetración entre las dos, llegándose finalmente a la síntesis, que Dante expresaba tan acertadamente con las palabras: "luz intelectual llena de amor". La polaridad fundamental entre la personalidad humana como un todo y el Ser Espiritual se resuelve en unidad a través de un largo proceso de conflictos, transmutaciones, acercamientos y contactos produciendo al principio una fusión parcial que se hace luego cada vez mayor y culmina en la completa unión o comunicación con el alma. A lo largo de todo este proceso la meditación tiene un papel muy importante.